Carta a las Educadoras Caninas.

N. del A.2: en este artículo se hacen referencias a los términos refugio y perrera indistintamente, queriendo significar sitio de albergue de perros abandonados.

Hola a todas

El mundo de la educación canina se encuentra en plena revolución. En los últimos años ha experimentado una progresión espectacular. Una evolución hacia métodos menos nocivos, causa y consecuencia de un buen numero de libros felizmente traducidos al castellano, una oferta formativa bastante variada y porque no, algún que otro programa polémico…

Hoy en día contamos con muchas mas educadoras caninas que trabajan de esta manera, pero sobretodo lo que mas abundan son futuras educadoras, en plena formación, que intentan empaparse de todo lo que pueden y conseguir la seguridad necesaria para lanzarse a trabajar de lo que les gusta.

Y esto es una gran noticia para los perros, solo que, en mi opinión falta algo muy importante: la experiencia.

No importa cuantos cursos hayas hecho, un minuto a solas con un perro vale más que una hora de curso (sea teórico o práctico). Es en ese minuto en el que tu actitud, tus actos y tu quietud, tus palabras y tus silencios, estarán siendo evaluadas por un verdadero maestro. Y recibirás una respuesta, o muchas, en directa relación contigo. De esta manera se aprende mucho, se confirman teorías, se descartan mitos y tonterías y se genera (mucha) convicción.

El motivo de esta carta es alentar a todas las que estamos intentando aprender de los perros a hacer prácticas voluntarias en perreras o refugios. Es allí donde hay perros que nos necesitan. Donde podremos encontrar desafíos verdaderos, de carne y hueso, de todos los tipos, también de todas las dificultades. No es necesario embarcarse en grandes gestas si no se esta segura. Quizás mejor es empezar por algo menor, algún perrito que necesita un poco de compañía puede ser un gran comienzo.

Suele ocurrir, que en su afán de ayudar y demostrar que todo es posible, algunas educadoras se presentan en un refugio y proponen un gran cambio, todo un proyecto de mejora de comportamiento para los perros del lugar y hasta formación para las cuidadoras. Esta idea suele tener poca viabilidad. Las trabajadoras del lugar, con toda lógica, desconfían de este tipo de propuestas y todo queda en la nada. No es difícil entender por que lo hacen, solo basta con un poco de empatía.

Así que os propongo que os acerquéis a la perrera que hayáis elegido y que os dispongáis a trabajar como una más, una voluntaria que ayude, que no de problemas. Que pregunte antes de hacer algo, o mejor aún que pregunte que se puede hacer. Esto generara mucha confianza. En poco tiempo podréis, de a poco, interesaros más y más por cada individuo. Esto si que tiene lógica, empezar por dar antes que pedir, por cosas pequeñas antes que grandes, por conocer a un perro antes de poder ayudarlo.

Mientras tanto el tiempo no se pierde. Yo lo haría de la siguiente manera: me presentaría en el refugio elegido y me pondría a disposición del personal. Ese día conocería a los perros y me interesaría por la historia de los que me llamen más la atención. Sin grandes preguntas técnicas, recuerda: no tienes que demostrar nada a nadie. Quizás antes de irme preguntaría si puedo pasar un tiempo con alguno en su propia jaula, alguno que este deprimido o triste por ejemplo. Estos perros necesitan mucho contacto y nosotras aprender a darlo.

Llegado este punto cabe una aclaración:
Cuando hablo de práctica, no me refiero a coger premios y “trabajar” algún comportamiento, hablo de aprender de los perros, como se mueven, que les molesta, en que situaciones se sienten a gusto.

¿Cuanto sabéis acerca del contacto? ¿Sabéis simplemente estar con un perro, sin órdenes, sin palabras, sin interactuar activamente? ¿Lo habéis practicado? ¿Cuántas horas? Hay mucho que indagar detrás de estas preguntas.

Yo creo que no puedes ayudar a un perro si no has estado a solas en calma con ellos durante un tiempo. Y digo ellos porque cada perro es único. Has de poder estar con muchos para detrás de su individualidad, encontrar sus semejanzas, aquellas cosas que lo hacen ser un perro. ¡Y que mejor sitio para intentarlo que una perrera! Aquí es donde se aprende a estar con perros. En una casa aprendes a estar con personas y sus perros. En la calle estas en sociedad, en la perrera estas en soledad, compartes ese espacio en el que pueden comportarse mas parecido a como son realmente.

Una vez pasados los primeros días, seguramente podréis hablar con las cuidadoras y responsables del refugio para desarrollar nuevas formas de ayuda, proponer terapias o formación para voluntarias. En estos sitios siempre hay mucho por hacer J

Atentamente,
Nicolás Planterose.

Algunas reflexiones finales.
  • Los perros de perrera tienen carencias mucho más básicas que los que viven en familia, es allí donde nos necesitan.
  • Ni la teoría ni la práctica hacen a la buena Educadora, sino un buen complemento de ambas, unas cuantas experiencias y una disposición clara hacia la autocrítica y la humildad para seguir aprendiendo.
  • La experiencia no solo enseña a hacer, sino también a estar.
Este artículo ha sido publicado originalmente en el número 2 de la revista REC+ y corregido en 2016.

3 comentarios:

Sil dijo...

Una reflexión prefunda y un estupendo consejo, Nico. No soy ni educadora, ni aspiro a ello, pero sí que tengo el placer de prácticamente vivir en un refugio, y estos seres me enseñan a diario con su sola compañía. Un placer leerte.

Anónimo dijo...

Asi sera.

Valentin

Anónimo dijo...

Gracias por el lenguaje inclusivo :)