Título "cosas de la vida..."
Bruno se levantó aquel viernes alegre y con las primeras caricias del sol en su pelo, lanzo un gran bostezo mientras su cuerpo se tensaba para estirar los músculos cansados por la noche fría que había pasado; después de mordisquear su cola, observo la ciudad que se extendía a la lejanía y pensó que podría ser una buena idea salir a buscar algo de comida. Recorrió tranquilamente el camino del valle bajo que conduce por las cañadas, olfateaba alegre algunas bolsas viejas que encontraba por el camino esperando encontrar algo de comida, rascaba alguno que otro montículo de arena olfateando las madrigueras que escondían y, como todo buen perro de suburbio, dejaba su rastro de orina cada vez que podía o donde las ganas le advertían.
Al llegar a la ciudad sus sentidos se pusieron al tanto de todo, era momento de ponerse en alerta, la ciudad era un lugar peligroso y él lo sabía muy bien. Recorrió varios callejones buscando entre los basureros y las cajas algo de comida, para su buena fortuna la suerte le sonreía con algunos trozos de pan, sobras de algún guisado, unos cuantos cachos de carne, nada mejor para "bajonear" (bajar el apetito); bebió un poco de agua de algún charco no tan mal acostumbrado y dirigió sus pasos al centro, lugar donde los otros perros se reunía siempre para jugar, buscar paraje, comer en grupo y hacer todas esas cosas que los perros disfrutan y aman tanto.
Al llegar se encontraban tan solo Pancho y Lulú con un pequeñín recién llegado al cual Bruno nunca había visto, los saludo con el clásico olfateo de colas y un ladrido fuerte pero amigable que ocasionó la euforia del grupo. Tras unos momentos de espera y al no llegar ningún otro camarada partieron con rumbo a la plaza norte; al llegar al primer cruce de caminos esperaron pacientes a que ningún vehículo pasara, tomaron su tiempo y cruzaron, lo que nadie vio fue aquella motocicleta que salió de la derecha con velocidad increíble directamente al pequeñín del grupo; Bruno alcanzo a mirar un segundo antes del impacto y lanzo al pequeñín fuera del impacto de la motocicleta, lamentablemente la llanta delantera le cerceno la pata dejándolo mal herido y sin ninguna fuerza...
Tres años han pasado desde el accidente y Bruno aun continua buscando comida en los callejones y basureros, solo que ahora la diferencia es que no va solo por las mañanas, Piquete, aquel pequeño cachorro que fuera salvado por Bruno se convirtió en su amigo y compañero inseparable.
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