Los merecidos descansos.

Cuando vemos documentales “de naturaleza” que tratan sobre la vida en algún lugar de la tierra o sobre la organización y características de una especie en particular, generalmente el formato que nos encontramos es: imágenes desde diferentes ángulos, locución en off (es decir, una voz grabada encima de las imágenes) y bastante acción. 
El espectador corre el riesgo de pensar que lo que esta viendo es un fiel reflejo de la forma de vida en la naturaleza. Entornos hostiles, mucha alerta, persecuciones, enfrentamientos y noches agitadas se suceden en la pantalla, y cuando estas acaban, lo que ocurre hasta el próximo gran suceso es resumido en una puesta de sol a cámara rápida o en una frase del tipo “…un nuevo día comienza en la sabana, el sol cae fuerte en el mediodía, Rasha permanece atenta mientras sus cachorros juegan, la noche ha sido muy dura y no se puede permitir ningún descuido…”


Tiene lógica. Si realmente la función del documental fuera dar un fiel reflejo del día a día de una especie, simplemente no tendría cabida en la pantalla chica. Los espectadores sedientos de acción, cambiarían de canal al encontrarse con una leona caminando tranquilamente por la tarde o un rebaño de ñus pastando durante horas sin novedad.

Pero lo cierto es que todos los animales, sin excepción, necesitan alternar periodos de acción y descanso. Esta es la base de muchas cosas: su salud como individuos, su continuidad como especie y su interrelación con el entorno. Representa el famoso equilibrio de la naturaleza. Esta realidad no es ajena a nuestros perros, ni a nosotros mismos. 

Cuando estudiamos acerca del estrés y como este influye en el comportamiento una de las primeras lecciones que se nos presenta dice que: el estrés no es malo si se utiliza como recurso de supervivencia en situaciones exigentes (estrés agudo), pero si que lo es si estas situaciones se prolongan mucho tiempo o se repiten muy a menudo (estrés crónico) N. del A.: os recomiendo leer el articulo “relájate” en este mismo número de REC+.

¿Qué quiere decir esto?
Que los perros (los humanos también) necesitan tiempo para reponerse de las exigencias a las que se enfrentan.

Y esto ha de llevarse a todo nivel. A esta altura de la lectura se hace evidente que si a nuestro perro hoy le ha ocurrido algo especialmente estresante (por ej: casi lo atropella un coche), gran parte de su recuperación psicológica y fisiológica pase por poder descansar el resto del día de emociones excitantes. Pero esta es solo una pequeña parte (aunque muy notable) de lo que comporta compensar acción con descansos. La parte más importante se desarrolla en el día a día, en las rutinas, en las exigencias cotidianas. Si estas no están niveladas, producirán poco a poco un estado de desequilibrio funcional en el individuo (desequilibrio homeostático), no tan espectacular como aquel suceso en la carretera, pero doblemente nocivo: nuestro perro no solo sufre las consecuencias de una demanda diaria excesiva sino que, además, esta habituado a ella. 

¿Y como se descansa de una rutina demasiado exigente?
Cambiándola.

Para hacerlo, lo primero que debemos analizar es que aspectos de la misma representan estímulos excitantes o estresantes para nuestro perro y luego suavizarlos, eliminarlos o cambiarlos por otros de menor respuesta emocional. Lo segundo también es muy lógico: si de lo que estamos hablando es de un desbalanceo de calma/excitación hacia la excitación, un recurso útil será propiciar más momentos de calma y prolongar los que ya estén instaurados. Lo tercero es no esperar resultados inmediatos… como mencionábamos antes, el doble efecto que supone estar acostumbrado a reacciones emocionales intensas supondrá un periodo de adaptación también estresante hasta que la nueva rutina se convierta en hábito. N. del A.: Quizás pueda aclarar este último punto el artículo “la caprichosa curva de extinción” del numero 1 de esta revista.
Este planteamiento que parece tan claro, sin embargo, no solo es poco tenido en cuenta por muchos propietarios y algunos educadores caninos sino que hasta los libros que hablan del tema, como si de un documental se tratara, dedican muchas paginas a lo que provoca estrés y a que hacer para solucionarlo pero muy pocas o ninguna al descanso, que vendría a ser “que dejar de hacer para solucionarlo”.


¿Cómo debería ser el descanso adecuado?
El descanso adecuado se propiciará evitando aquellos estímulos que nuestro perro no sepa controlar manteniendo la calma. Aquí está incluido todo lo que provoca miedo o tensión, pero también lo que le gusta tanto que le hace ponerse nervioso… a mi me gusta tomarme un rato para echarme a su lado y relajarme hasta la somnolencia. Eso si, luego para ponerme de pie procuro hacerlo despacio, con movimientos previsibles y sin prestarle atención para evitar incitarlo a reaccionar.

¿Cuánto tiempo de descanso es el indicado?
El necesario para que nuestro perro abandone el estado de alta reactividad. Esto puede comportar días, aunque solo si se trata de un caso en el que no se suelen respetar descansos en absoluto. En cuanto esto se convierta en un hábito para el, salvo excepciones, con algunas horas será suficiente. Generalmente si este es el caso, un buen indicador de que la exigencia anterior ha sido “descansada” es una buena siestita o un buen rato echado en calma.

Luego de todo cabe una reflexión final.
Si tomáramos los momentos de excitación como un estado de ‘alteración de la calma’, nos seria mas fácil entender el porque, después de enfrentarnos a una situación estresante lo mas importante es gozar de un merecido descanso que nos devuelva a nuestro estado natural.

Nicolás Planterose.
Este articulo fue publicado en el numero 3 de la revista REC+

1 comentario:

Favocan dijo...

Tan grande como siempre Nico. Yo de mayor quiero ser como tú jejeje. Un abrazo